Qué malos somos los profesionales sanitarios

Ay sí, y su médic@ hizo negligencia con ella.

 

Y salimos en revistas y portadas personas que han hecho mal su trabajo y poquitas cuando lo hacemos bien que es prácticamente la mayoría de las veces.

Ser sanitario lleva varios San Benito atado a nosotros.

El primero es que no vas a poder dejar de estudiar nunca más hasta que te retires.

El segundo que la tía de la abuela de la amiga que ha hecho dos cursitos y se denomina experta ya no solo sabe más que tú, sino que quiere la misma autoridad que tu, tu sueldo, tu experiencia y poco menos que tu vida, sin ni siquiera haber pasado una sola hora de su vida por la facultad ni tener las prácticas, ni experiencia, ni nada.

El tercero que cada paciente que ves para ti es otro pero para ellos eres 1 y marcas un antes y un después en su vida, desde que lo trates mal hasta que le des un abrazo.
¿Y si cambiáramos la forma de comunicación a la individualidad de la persona?
¡Cómo cambiaría la cosa!

Y es que es cierto que tener un título detrás no dice directamente que vayas a ser buen profesional. 

Pero es que no tenerlo tampoco y tener un cursillo tampoco.

 

Y es que solo se acuerdan de nosotros cuando la cosa se pone realmente fea.

Y está bien, lo de aplaudir en los balcones ya se acabó, ahora es la era de, no hagas caso al personal sanitario, no vas a saber si lo que te dice te va a hacer daño o no.
Consulta google. Consúltame a mi que se más que toda esta gente.

Confía en mí mejor que tengo un minicurso de esto.

Una pena.

Cuando la gente que camina por la vida se autodenomina experta e insta, recalca o deja entrever que aquellas personas han seguido el consejo del profesional como si estuviera mal lo que han hecho, aquí pasa algo.

 

¿Tantos años de sacrificio para que te ninguneen de esta manera vale la pena?

Pues en verdad si, porque a cada uno le queda en la conciencia lo que hace o deja de hacer, a mi todavía la enfermería y la medicina me dan muchas cosas buenas, al margen de todo eso.

Así que seguiremos.
Las batas y los uniformes no hacen al sanitario.
Lo hacen los años dedicados al estudio, la entrega, el pie de cama, la oreja que escucha, la mano que se tiende y los abrazos que consuelan, porque estamos en primera línea. 

Y ahí seguiremos. Nos quieran desacreditar una y otra vez aunque nuestro trabajo esté bien hecho.

 

Yo hoy me quiero acordar de todo lo  bueno, la ayuda y el acompañamiento que hacemos a la gente.
Y también me quiero acordar de juzgar INDIVIDUALMENTE a las personas. 

No a los gremios completos, no a la mayoría o la minoría, sino a la persona concreta.
Y me quiero acordar del esfuerzo titánico y más en mi caso que me ha llevado aquí.

Porque la bata y el uniforme yo, me lo merezco.

 

 

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